20% de quienes sufren una pérdida experimentan duelos patológicos, conoce los tipos de duelo y cuándo pedir ayuda profesional
Aunque muchos lo asocian a la muerte, el duelo es un proceso psicológico natural en el que una persona atraviesa una serie de etapas que conducen a la superación de una pérdida. Este proceso tiene diferentes características que hacen posible su clasificación en nueve tipos: 1) duelo normal, 2) duelo anticipado, 3) duelo sin resolver, 4) duelo crónico, 5) duelo ausente, 6) duelo retardado, 7) duelo inhibido, 8) duelo desautorizado y, 9) duelo distorsionado.
Los tipos de duelo
Aunque existen diversos tipos de duelo, es importante diferenciarlo de manifestaciones culturales, creencias y fe religiosa donde llevar el duelo de determinada manera forme parte de la aceptación esperada ante la pérdida.
1. Duelo normal
Inicia inmediatamente después de la pérdida, se caracteriza por un estado de aturdimiento, perplejidad, llanto frecuente, pensamientos repetitivos sobre las cosas que se hicieron o se dejaron de hacer (por ejemplo, con la persona que falleció) antes de la pérdida. Habitualmente este proceso alcanza su superación en un plazo no superior a los seis meses.
2. Duelo anticipado
Es aquel que se da antes de que la pérdida haya ocurrido. Por ejemplo, es habitual cuando se diagnostica una enfermedad que no tiene cura. En él la persona experimenta, de manera prolongada, diversos pensamientos y emociones propios de las etapas del duelo, los cuales anticipatoriamente le prepararán de manera emocional e intelectual ante la inevitable pérdida; de manera que cuando llega la muerte del ser querido se suele experimentar, en parte, como algo que da calma.
3. Duelo sin resolver
Como su nombre indica, significa que el proceso sigue presente por un tiempo más prolongado (entre 18 y 24 meses) de lo que se considera normal. La aflicción es tal, que la persona es incapaz de reorganizar su vida asimilando los cambios que la pérdida implica. Conservar las cosas y mantener la habitación tal y como la dejó la persona que se fue, es una conducta asociada a este tipo de duelo.
4. Duelo crónico
También es una clase de duelo sin resolver, su característica es que no remite con el paso del tiempo y dura años, incluso hasta la llegada de la propia muerte. Por ejemplo, abandonar intereses y actividades que compartían con la persona fallecida, enviudar y eliminar el área de la vida en pareja, negarse a participar y negar a la familia el disfrute de las celebraciones y otras alegrías por la creencia de que es una falta de respeto <no se debe ser feliz si el ser querido no está>.
5. Duelo ausente
Este tipo de duelo hace referencia a cuando la persona niega que los hechos hayan ocurrido. Por tanto, es la etapa de negación de la que hemos hablado con anterioridad, en la que el individuo sigue evitando la realidad pese a haber pasado mucho tiempo. Es decir, la persona ha quedado estancada en esta fase porque no quiere hacer frente a la situación.
6. Duelo retardado o aplazado
Es similar al duelo normal con la diferencia de que su inicio se da al cabo de un tiempo. Suele aparecer en personas que controlan sus emociones en exceso y se muestran aparentemente fuertes pero, luego, con motivo de una frustración o pérdida diferente e incluso menos importante, reaccionan de manera exagerada, motivados en realidad por el dolor no expresado ante la primera pérdida. Por ejemplo, una persona que termina una relación de pareja muy larga y/o establecida, inicia rápidamente otra relación que, aunque haya sido muy breve, le hace entrar en una “inexplicable”depresión.
7. Duelo inhibido
El duelo inhibido se produce cuando hay una dificultad en la expresión de los sentimientos, por lo que la persona evita o se rehusa al dolor de la pérdida. A diferencia del duelo ausente, éste no es un mecanismo de defensa. Suele venir asociado a quejas somáticas como jaquecas, trastornos gastrointestinales, entre otros. Las limitaciones de la personalidad del individuo le impiden llorar o expresar el duelo.
8. Duelo desautorizado
Este tipo de duelo ocurre cuando el entorno que rodea a la persona no acepta el duelo de ésta. Por ejemplo, cuando transcurrido un tiempo largo la familia le reprocha a la persona que siga en duelo. Ésta reprime los sentimientos frente a la familia, pero internamente no lo ha superado.
Muchas veces, este tipo de duelo se da cuando la persona que murió o se marchó para siempre llevaba asociado un estigma y se encontraba excluida, al menos para el entorno cercano de la persona que lo sufre (por ejemplo, en casos de separación por violencia doméstica).
9. Duelo distorsionado
Se manifiesta como una fuerte reacción desproporcionada en cuanto a la situación. Suele ocurrir cuando la persona ya ha experimentado un duelo previo y se encuentra ante una nueva situación de duelo.
¿Cuándo pedir ayuda?
Consulte a un profesional cuando el proceso de duelo no siga el curso esperado, produzca alteraciones en su funcionamiento normal e interfiera en su habilidad para dar sentido y crear planes a futuro. Debido a que duelo es un proceso o respuesta natural que forma parte de la aceptación y adaptación tras una pérdida, la ausencia de esta respuesta no se considera normal. La diferencia entre un duelo normal y uno patológico o complicado estriba en la intensidad y duración de las reacciones emocionales y conductuales. No obstante, entre el 5 y 20% de las personas que experimentan una pérdida presentan duelos patológicos caracterizados por:
- Distorsiones cognitivas
- Ira
- Negación para continuar con la vida
- Actitudes evitativas y,
- Disfuncionalidad
Considere también estos indicadores si desea pedir ayuda:
- Si tras el primer año de la pérdida no hay ningún signo de recuperación.
- Cuando a los 2 o 3 años de la pérdida no hay una clara evolución satisfactoria.
- Falta de respuesta o respuesta débil durante las semanas que siguen a la pérdida.
- Tras las primeras semanas, persisten emociones muy intensas de rabia, resentimiento, tristeza o culpa.
- Cuando algún acontecimiento relativamente poco importante desencadena una intensa reacción emocional.
- La persona no hace la menor referencia a la pérdida, evitando cualquier circunstancia que pudiera recordársela.
- Miedo desmesurado a la enfermedad y a la muerte, malestares físicos y consultas frecuentes al médico.
- Impulsos destructivos y autodestructivos con abuso del tabaco y alcohol. En su grado extremo puede llevar a violentar a otros, realizar intentos de suicidio e intoxicación por sustancias ilegales.
- Si la persona presenta antecedentes de depresión, ansiedad o trastorno mental.
- O cuando la persona experimente reacciones esperadas al proceso de duelo pero que desee acompañamiento psicológico.
Los duelos, por muy dolorosos y complicados que resulten, pueden ser oportunidades excepcionales para nuestro crecimiento personal y realización, siempre y cuando seamos capaces de afrontarlos y de integrar la correspondiente pérdida. La persona sana es aquella que no intenta escapar del dolor sino que, sabiendo que ocurrirá, intenta saberlo manejar. Permítete sentir tus emociones y atravesar este proceso y, si lo necesitas, busca ayuda profesional.
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