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Alerta de suicidio: con estos 5 factores crea el coronavirus el “terreno perfecto” para severos trastornos mentales

Agosto 2020

En los últimos dos meses se disparó el número de visitas diarias a nuestra página en los contenidos que tratan sobre suicidio, por fortuna también las solicitudes de ayuda profesional se han incrementado. Y es que el brote de COVID-19 no sólo pone en riesgo la salud física de las personas sino que también está afectando significativamente su salud mental, llevando a muchas de ellas a niveles severos de ansiedad y depresión que lamentablemente terminan desencadenando pensamientos e intentos suicidas.

El aislamiento social, la recesión económica, el desempleo en aumento, los problemas personales previos al coronavirus y la dificultad para cuidar a familiares e hijos enfermos son los factores que se han combinado creando el terreno perfecto para el desarrollo de diversos trastornos mentales que hoy día afectan a innumerables familias en todo el mundo.

Consciente de estos riesgos, alguien decidió colocar un letrero que dice: “El suicidio no es una opción, llámame en cualquier momento” con la esperanza de ayudar a las personas que se encuentran desesperadas durante la pandemia. La realidad lo amerita pues que en comparación con otros eventos traumáticos del pasado como los terremotos y los eventos delictivos en nuestro país, la pandemia del coronavirus tiene un impacto mucho más amplio en toda la nación y ha provocado una mayor sensación de incertidumbre y exacerbado los padecimientos de salud mental subyacentes, que incluyen ansiedad, estrés, ira y depresión. Estos problemas se amplifican cuando hay un estrés económico o médico adicional o un mayor aislamiento social; la crisis del coronavirus ha provocado los tres.

Depresión, ansiedad y exceso en el uso de Internet: consecuencias negativas del aislamiento social

Un estudio de 2020 realizado en China examinó la prevalencia de problemas de salud mental un mes después de la epidemia de COVID-19 y encontró altas tasas de depresión (48,3%), ansiedad (22,6%) y una combinación de ambos padecimientos (19,4%) en 4,872 adultos. Es importante destacar que las personas con una alta exposición a Internet y redes sociales tenían casi el doble de probabilidades de tener depresión y ansiedad que las personas con menor exposición a las redes.

Esta situación ha provocado que muchas personas, en su búsqueda de soluciones, desarrollen estrategias de afrontamiento problemáticas, como lo son el abuso de sustancias y las prácticas autoagresivas. Desgraciadamente los datos de correlación sugieren que estos hechos incrementan a su vez los pensamientos y actos suicidas.

Suicidio: el resultado adverso del aislamiento social

Los meses han transcurrido y millones de personas han quedado confinadas a sus hogares con el objetivo de contener el brote y/o disminuir el número de infectados por coronavirus. Y si bien esta medida es eficaz para reducir los contagios, “el potencial de resultados adversos sobre el riesgo de suicidio es alto”, aseguraron profesionales en salud mental en un artículo publicado en JAMA Psychiatry.  Los especialistas también advierten que el estrés financiero y personal prolongado causado por la pandemia Covid-19 aumenta el riesgo de suicidio, especialmente en las personas que ya están lidiando con la depresión y la ansiedad, “nos enfrentamos a una crisis de salud mental a largo plazo”, dijo para una entrevista Vaile Wright, director de investigación clínica y calidad de la Asociación Americana de Psicología. 

Las investigaciones muestran que las tasas de suicidio tienden a aumentar después de las recesiones económicas. Así mismo, en el hemisferio norte, los suicidios alcanzan su punto máximo a finales de la primavera y del verano, el hecho de que esto probablemente coincidirá con los esfuerzos máximos de prevención del COVID-19 es preocupante y merece un estudio y atención adicional.

En México las tasas de suicidio entre jóvenes y adultos en edad laboral han estado aumentando mucho antes de que la pandemia comenzara.

  • El incremento porcentual anual en el número de casos de suicidio es superior al crecimiento medio de la población, lo que supone una tendencia a la alza del suicidio en nuestro país.
  • De acuerdo con el INEGI, el grupo poblacional que más comete suicidio es el de los y las jóvenes menores de 19 años. Seguidos por el grupo de jóvenes comprendido entre los 20-24 años de edad.
  • El suicidio es la tercera causa de muerte de los jóvenes mexicanos; la primera son los accidentes y la segunda los homicidios.

La realidad es que NO existe una única causa para el suicidio. Sin embargo, quienes se encontraban luchando antes del coronavirus contra enfermedades mentales o crónicas, graves problemas personales y severas dificultades laborales o económicas, son la población de mayor riesgo en estos momentos.

El estrés sostenido y los trabajadores en riesgo

El estrés es una reacción natural que predispone al organismo para la acción,  y por lo tanto no es malo en sí mismo. Lo “patológico” aparece cuando en ausencia de recursos de afrontamiento nos vemos obligados a sobreadaptarnos a situaciones que no podemos resolver porque nos fueron transmitidas o impuestas, en este caso (COVID-19) por nuestro entorno. Desde que inició la pandemia los trabajadores están sometidos a un tremendo estrés, pues se encuentran expuestos a un mayor riesgo de infección al tener que desplazarse al trabajo e interactuar con otras personas. El estrés, la ansiedad, la depresión y otros padecimientos mentales pueden persistir y desarrollarse en los seis meses posteriores al evento, incluso cuando los casos de coronavirus se estabilicen o disminuyan.

La sensación de impotencia, incertidumbre y el nulo control sobre la situación ocasionará que necesiten más servicios de salud mental, incluida la terapia psicológica, para ayudarles a sobrellevar la situación y generar recursos psicológicos para adaptarse a la nueva normalidad de manera saludable.

Sin embargo, el estigma asociado con los problemas de salud mental podría causar cierta renuencia a buscar atención psicológica tanto por COVID-19 como por los padecimientos emocionales relacionados; por lo que, tras el coronavirus, identificar oportunamente a los trabajadores en riesgo y a los gravemente afectados para brindarles tratamiento profesional es la acción clave que los centros de trabajo deberán realizar para disminuir las consecuencias organizacionales que generarán en sus colaboradores y en sus negocios, el estrés sostenido y otras patologías, tanto a corto como a mediano plazo.

En resumen, el desempleo, la incertidumbre laboral y el aislamiento social por el COVID-19 conducen a un mayor uso de la tecnología y de redes sociales, lo que a su vez está aumentando el estrés, la ansiedad, la depresión y el riesgo de consecuencias letales como el suicidio.

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