Los desafíos ocultos de la pandemia ¿cómo hablarles a los niños acerca de la muerte?
La pandemia nos ha hecho enfrentarnos a desafíos que no esperábamos, uno de ellos es hablar y acompañar a otros en la pérdida de sus seres queridos. Este acompañamiento nos resulta más complicado cuando se trata de explicar la muerte a los niños.
Primero hablemos un poco del origen del duelo…
El término “duelo” viene del latín “dolus” (dolor) y es la respuesta emocional natural a la pérdida de alguien o de algo. Se manifiesta en el proceso de reacciones personales que son consecuencia de una separación.
Se han propuesto varias teorías sobre ¿cuál es la finalidad de un duelo? y ¿cuál es su función en el proceso de crecimiento? esto para lograr entender el significado y la dinámica de dicha experiencia.
Dos de las propuestas que reúnen más aceptaciones conciben el duelo como:
1) Ansiedad por la separación
2) Consecuencia de nuestros apegos
Esto es que la intensidad del dolor no depende de la naturaleza del objeto perdido, sino del valor que se le atribuye. En otras palabras, una persona puede reaccionar menos intensamente ante la muerte de una persona querida que ante la pérdida de un objeto menos significativo, pero en el que había puesto más carga emocional.
Los niños se hacen muchas preguntas sobre la muerte sin necesidad de haber vivido un duelo o el dolor por la muerte de un ser querido. Esto demuestra que, si se preguntan por ella, es porque SABEN de alguna manera que algo nos sucede.
Los niños, además de preguntar, juegan, dibujan y elaboran teorías sobre las cosas que ven, intuyen y desean saber. De la misma forma que un niño construye su propia teoría acerca del nacimiento y de dónde vienen los niños sin haberles dicho nada concreto, lo mismo hacen sobre la muerte.
En muchas ocasiones, erróneamente, pensamos que lo mejor es que no sepan nada del tema, porque creemos que, si no saben, no existe para ellos y así no tendrán que pasar por ese dolor. Pero, en realidad, no es esto lo que sucede: cuando los niños no saben y desean saber, lo que hacen es inventar sus propias teorías, pero lo más angustiante para ellos es que sus teorías queden sin explicación.
¿CÓMO PERCIBEN LOS NIÑOS LA MUERTE?
Hay estudios que indican que los niños pequeños perciben la muerte de un modo específico y literal.
Percepción específica: centran la muerte o el concepto de la misma en la persona o el animal que ha muerto, no se percibe como algo global sino que se restringe a algo en particular que era importante para ellos(as).
Percepción literal: se toman en serio las referencias sobre la muerte, por ejemplo, un comentario como: “Me he muerto de risa” o “Me vas a matar de un coraje” puede ser tomado como una posibilidad real de que suceda tal cual y no como una broma.
Aunque los niños(as) más pequeños(as) no logran comprender del todo el concepto de muerte, de cualquier forma les genera mucha curiosidad e inquietud y captan muy rápido las emociones y sentimientos de los padres, se dan cuenta cuando están preocupados o ansiosos y desean saber qué pasa.
EXISTEN CUATRO CONCEPTOS CLAVE QUE HABRÁ QUE EXPLICAR A LOS NIÑOS
– La muerte es universal, todos los seres vivos mueren
– La muerte es irreversible, cuando morimos no volvemos a estar vivos nunca
– Todas las funciones vitales terminan completamente en el momento de la muerte, cuando morimos el cuerpo ya no funciona
– Toda muerte tiene una causa (enfermedad, accidente, vejez, etc.)
Muchos estudios han demostrado que los niños(as) tienen una concepción de la muerte dependiendo de su etapa en el desarrollo por lo que la información anterior habrá que proporcionarla de acuerdo con su capacidad de entendimiento o cognición.
¿Cómo explicar la muerte a los niños?
Los bebés de 0 a 10 meses
Para un bebé su madre puede ser la principal conexión con el mundo exterior. Se cree por lo general que los bebés perciben la muerte materna como una “ausencia”, el vínculo se rompe y pueden sentirse inquietos al intuir la pérdida materna y descubrir nuevos rostros y voces a su alrededor por lo que expresan su inquietud con conductas que incluyen cambios en los hábitos alimenticios o del sueño, lloran constantemente y sin motivo aparente.
¿Qué se puede hacer?
Mantener, en la medida de lo posible, la misma rutina a la que el bebé estaba acostumbrado e intentando minimizar las cosas inusuales que se presentan al rededor como voces de personas con las que no esté familiarizado, esto al menos hasta que el ambiente logre estar más tranquilo o ser lo más parecido a como era antes.
Los bebés de 10 meses a 2 años
A partir de los 10 meses ya reconocen claramente a los adultos que hay en su vida y saben cómo interactuar con ellos. Pueden sentir los estados de ánimo y las emociones de los demás.
Mientras se acercan al segundo año de vida ya se presenta un importante desarrollo en la memoria, lenguaje y socialización, sin embargo aún no están preparados para conceptualizar o comprender la muerte.
¿Qué se puede hacer?
Los niños de 18 meses y 2 años de edad ya utilizan las palabras por lo que se pueden utilizar frases como “Papá se ha ido” o “Mamá ya no está aquí” para que ellos puedan entender que hay una pérdida.
Los niños de 2 a 5 años
A medida que las etapas del desarrollo se van presentando existen muchos cambios importantes en la vida de los niños y a esta edad tienden a ser egocéntricos, curiosos e interpretan el mundo de una forma literal y es importante tener esto muy presente, ya que cualquier cosa que se le diga a un niño (de este rango de edad) lo tomará de un modo muy real.
En este periodo los niños perciben la muerte como un estado temporal equiparándola a una forma de “dormir”, es decir que piensan que quien ha muerto en algún momento va a despertar para seguir llevando a cabo su rutina.
¿Qué se puede hacer?
Explica la muerte como el hecho de que el cuerpo se detiene “del todo”, que cuando una persona o animal han muerto ya no puede caminar, respirar o sentir nunca más y que éstos suelen morir cuando ya son “muy, muy mayores/viejitos”, es importante hacer hincapié en esta parte ya que la referencia de “ser mayor” para los niños puede ser un adolescente o incluso los mismos padres y si ven esto cercano puede causarles más angustia. Invita a tus hijos a que te hagan preguntas y que te digan, después de explicarles, qué es entonces la muerte para ellos y despeja todas sus dudas.
Los niños de 6 a 9 años
Existen dos características importantes en el desarrollo de los niños de esta edad y son las siguientes: ya distinguen la fantasía de la realidad y pueden experimentar sentimiento de culpa. Aquí, los niños ya están familiarizados con todo lo mencionado anteriormente, es decir que ya entienden el concepto de la muerte, sin embargo, eso no quiere decir que se encuentren preparados emocionalmente para aceptarla o reaccionar de forma racional ante ella, por lo tanto la muerte de un ser querido puede ser tan fuerte que pone a prueba su capacidad para afrontarla.
¿Qué se puede hacer?
Al informar a tu hijo la muerte de un ser querido o mascota, se abierto y sincero, explícale las causas de la muerte de forma sensible y basada en los hechos ya que a esta edad ellos necesitan saber cuál fue el motivo para sentirse más seguros, de lo contrario pueden sentirse angustiados e intranquilos.
Dile, por ejemplo: “Tu mascota tenía una enfermedad que, con el tiempo, provocó que su vida terminara, eso significa que ya no estará más con nosotros. Eso no es nada malo, eso es normal, a todos los seres vivos nos llegará un momento así, donde la vida termina. Para algunos termina por enfermedad, para otros porque ya son muy viejitos, etc. No debes tener miedo. Pero, quiero que sepas que tú tienes derecho a sentirte triste y a llorar cuando la extrañes mucho”.
Los preadolescentes de 10 a 12 años
En este periodo queda claro que la muerte es permanente, entienden la dinámica de los rituales (sepelios, por ejemplo) y conocen el impacto de la pérdida y los cambios que esto conlleva en la familia.
¿Qué se puede hacer?
Se pueden presentar algunas reacciones ante esta pérdida como conductas violentas o incluso conductas de indiferencia, como si no les importara lo que ha ocurrido, esto es una reacción natural al evento, sin embargo, no hay que dejarlas pasar ni ignorarlas, habrá que estar al pendiente de estas conductas y hablarlas con los hijos para darles la oportunidad de despejar sus dudas y contenerlos en ese momento doloroso.
Aclara que aunque haya cambios siempre estarás disponible para ayudarlo y escuchar la forma en que se siente, recalca que siempre es importante hablarlo y no quedarse con nada guardado.
Los adolescentes
Los adolescentes ya conocen sus valores personales, sus cualidades y defectos, tienen sentido de sí mismos y del lugar que ocupan en la sociedad. La comprensión que tienen de la muerte es comparable a la de un adulto, pero su estado emocional está constantemente cambiando. La experiencia de la muerte en esta etapa puede generar que pasen mucho tiempo a solas, durmiendo la mayor parte del día, miedo, culpa, negación, ira, etc.
¿Qué se puede hacer?
Si tu hijo(a) te pregunta sobre las causas de la muerte de algún ser querido, respóndele con franqueza. Si este suceso tendrá un efecto importante en la familia, tanto económico como emocional, necesitas explicárselo considerando los detalles que tú creas convenientes y de mayor impacto.
Ofrécele la oportunidad de estar presente o participar en todas las ceremonias, rituales y reuniones relacionadas a quien falleció. También es importante que vuelva a relacionarse de manera normal con sus amigos, escuela, etc., para esto es importante animarlo a que siga viendo a sus amigos y que no deje de hacer sus actividades rutinarias tan pronto como le sea posible.
Mantente alerta ante cualquier signo de depresión: silencio excesivo, retraimiento, fatiga, cambios importantes en los hábitos alimenticios y del sueño, expresiones de desesperanza y falta de interés por sus actividades favoritas.
¿Es necesario recibir apoyo profesional?
Debemos aclarar que no todas las personas necesitarán recibir ayuda profesional para hacer frente a ese proceso. Muchos niños y adolescentes enfrentan la situación de una manera favorable, esto se debe a la forma tan efectiva en que sus padres/cuidadores y familiares les ayudan a manejar la noticia.
Es muy importancia que te mantengas alerta ante la presencia de las siguientes conductas y solicites apoyo profesional si te percatas de que el menor está comportándose así, después de la pérdida de alguno de sus seres queridos:
-Llanto en exceso durante largos periodos
-Rabietas frecuentes y prolongadas
– Cambios extremos en la conducta
-Cambios en el rendimiento escolar
-Retraerse durante largos espacios de tiempo
-Falta de interés por los amigos y por las actividades que solían gustarle
-Pesadillas frecuentes y problemas de sueño
– Dolores de cabeza frecuentes, solos o acompañados de otros dolores físicos
-Pérdida evidente de peso sin estar bajo alguna dieta o rutina de ejercicios
-Apatía, insensibilidad y una falta general de interés por la vida
-Pensamientos negativos acerca del futuro, durante mucho tiempo o mostrar indiferencia
Tú conoces a tu hijo(a) y si identificas en él o ella lo anterior, es que probablemente esté pasando por un sentimiento de dolor muy fuerte y no sabe cómo resolverlo.
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