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Burnout y depresión: la cara oculta del home office tras el COVID-19

Se conoce como burnout (o síndrome del quemado) al estrés laboral extremo y se presenta cuando un empleado siente que, por un tiempo sostenido, la demanda de trabajo sobrepasa sus recursos e intentos de solución; razón por la que experimenta abatimiento, pesimismo, tristeza e incluso depresión.

A causa de la pandemia COVID-19, la gran mayoría de los empleados administrativos (a nivel mundial) han trabajado o se encuentran todavía hoy laborando desde casa y si bien el home office representa una gran oportunidad laboral para muchísima gente (además de ser un sueño alcanzado pues sienten que son dueños absolutos de su tiempo), esta modalidad que antes podía ser considerada una ventaja y hasta un privilegio para algunos, ahora ha sido impuesta para muchos empleados y no todos han logrado disfrutarla o aprovecharla a su favor, surgiendo entonces problemas como el burnout, depresión y otras situaciones importantes a tomar en cuenta.

COVID-19 y home office obligatorio

Para empezar, hay que destacar que el home office no es tan sencillo y no es para todos, pues al trabajar desde casa es común tener distracciones, por lo que para lograr organizarse, concentrarse y ser productivos en presencia de diversos elementos como: los electrónicos, el ruido externo, la familia, entre otros, se requerirá de muchísima disciplina y de un espacio tranquilo que funcione como oficina. Sin embargo, hoy trabajar en casa exige al empleado mucho más que su disposición para disciplinarse; la pandemia ha modificado el flujo ordinario de las cosas y una de sus consecuencias es este home office no elegido, que conlleva alteraciones absolutas en el ritmo de vida del trabajador.

“Sí, estamos en home office, pero la verdad ha estado bien pesado así. Como dice un compañero: <no hay límites>. Los jefes piden cosas a cualquier hora a pesar de que se establecieron lineamientos o acuerdos específicos. El problema es que no puedo no hacerlos, pues además de la preocupación por conservar mi trabajo, también está mi realidad que la empresa conoce… hay días en los que no consigo dedicarme plenamente a mi trabajo porque también estoy al cuidado de mi hija. Los jefes me dan esa oportunidad siempre que se puede y entonces, por empatía, yo contraigo la responsabilidad de estar disponible en momentos fuera de horario” declaró Julieta, empleada administrativa de una destacada compañía de la ciudad.

A pesar del estrés, de la desmotivación y del resto de las complicaciones, las empresas y los trabajadores están intentando adaptarse a esta nueva modalidad de trabajo. Como toda adaptación, ésta también llevará su tiempo y, mientras eso sucede, un mar de situaciones se presentarán y habrá que dedicarles atención si se desean alcanzar resultados favorables.

Burnout y depresión, más presentes que nunca

Quizás cientos de miles de mexicanos (as) se encuentran en circunstancias como las que vive Julieta donde, a pesar de que consideran que la empresa no está realizando una mala práctica (pues es un ganar-ganar), la falta de límites por parte de los jefes y de un análisis escrupuloso de las problemáticas y retos a los que se enfrentan los empleados día a día, está exponiendo a éstos últimos a diversos factores de riesgo psicosocial, lo que conlleva a alteraciones en su estado de ánimo y al desarrollo de trastornos de ansiedad, de estrés, del sueño-vigilia y de adaptación.

Quien padezca estrés laboral extremo o Burnout, ha sobrepasado los límites razonables de tensión y preocupación ante el trabajo por más de treinta días continuos. Esto se manifestará de manera física en su cuerpo con frecuentes dolores musculares y de cabeza, con problemas gastrointestinales, alimenticios y/o dérmicos, insomnio, agitación e incluso con dificultades respiratorias propias de un ataque de pánico (o crisis de ansiedad). Además, de manera psicológica se verá afectado mostrándose incapaz de tomar decisiones y de concentrarse, aparece la irritabilidad, la desmotivación laboral persistente, la apatía y la indiferencia irracional.

Sumado al home office no opcional, mantener una situación laboral de este tipo terminará provocando un agotamiento físico y mental, lo que por desgracia en la mayoría de los casos es causa de depresión. Ésta será evidente cuando el trabajador pierda interés por las cosas que antes disfrutaba, sienta frecuentes deseos de llorar de manera repentina acompañados de pensamientos de enojo, pesimistas, tristes y desesperanzadores. El conjunto de todo esto afecta el estado de ánimo general, disminuye el rendimiento del empleado y perjudica la calidad y el disfrute de su vida, volviéndose así un trabajador en riesgo.

Promoción de un trabajo seguro

La detección y prevención de estos riesgos psicosociales es responsabilidad de cada centro de trabajo y, de acuerdo con la Ley, es indispensable que se realicen las acciones necesarias para promover un trabajo y entorno laboral seguros. La NOM-035 estableció desde su publicación, en 2018, que a partir de octubre de 2020 se iniciarían las inspecciones completas en cualquier centro de trabajo; ésto con el objetivo de verificar que las empresas se encuentren cumpliendo con los numerales que les correspondan.

Antes de que finalice el 2020, el desafío de los centros de trabajo será implementar la NOM-035 a pesar de los contratiempos, pérdidas, cambios abruptos y problemáticas originadas por la pandemia COVID-19 pues “no habrá prórrogas para cumplir con sus obligaciones patronales”, anunció Omar Nacib Estefan Fuentes, director general de Trabajo Digno de la STPS.

HELPSI CAPITAL HUMANO

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